
Estados Unidos preserva y extiende su hegemonía
En los últimos meses de 2001 Estados Unidos se vio enfrascado en una contienda que involucraba tres aspectos vitales: contrarrestar las amenazas del terrorismo, reactivar su alicaída (Débil, falta de fuerzas) economía y avanzar en el sendero de la globalización re-colonialista. En estos quehaceres se ha visto forzado a maniobrar en el escenario político mundial para mantener su posición hegemónica, esquivando una serie de tropiezos y dificultades. El siguiente artículo analiza los más recientes eventos geopolíticos. (Relacionado con el punto de vista geográfico y político de una región).
Como consecuencia de los atentados terroristas dentro de su propio país, a finales del año pasado Estado Unidos, esforzándose por responder con la misma moneda los ataques a las Torres Gemelas de Nueva York, buscó restablecer el halo de invencibilidad que había cultivado. Mientras la guerra desatada contra Irak una década atrás se preparó durante varios meses, en esta ocasión, y en cuestión de pocas semanas, el Pentágono lanzó una intensa ofensiva aérea contra Afganistán. Tal decisión ha permitido al Coloso del Norte matar varios pájaros de un solo tiro, acometiendo varias metas económicas y políticas en materia doméstica e internacional. No obstante, mientras Bush blande su gran garrote, simultáneamente se ve obligado a caminar con mucha cautela en sus manejos con los aliados de la coalición bélica.
Inicialmente, en los días posteriores al ataque del 11 de septiembre, en círculos oficiales de Washington se acusaba a otros países –distintos a Afganistán– de ser los responsables de la atrocidad, pues se consideraba que esta última nación era incapaz de montar un atentado de semejante magnitud. En esas tempranas fechas tampoco se inculpaba a Osama bin Laden como cabecilla central de los hechos. Por el contrario, los servicios secretos rusos señalaron directamente a una poderosa secta islámica pakistaní, participante en la rebelión chechenia contra Moscú, como la organizadora de la operación.
Lo turbio del asunto y de las múltiples interrelaciones entre diversos actores se torna evidente si tenemos en cuenta que dos años atrás el presidente Clinton lanzó un ataque de misiles contra campamentos de bin Laden en Afganistán –responsabilizándolo por perpetrar atentados contra embajadas estadounidenses en África– en el cual las únicas víctimas fueron pakistaníes enviados allí por el gobierno de Islamabad, el cual había contratado a bin Laden con el fin de entrenarlos para acciones terroristas contra India en Cachemira.
Estados Unidos también hizo caso omiso de un gesto de la OTAN: la Alianza del Atlántico había invocado un artículo de su Carta que define un ataque contra cualquiera de sus miembros como uno contra toda la Alianza. Como veremos más adelante, Washington no se interesó por obtener ayuda de la OTAN, prefiriendo construir una alianza táctica con Rusia.
La Potencia del Norte buscó un blanco que le permitiera obtener simultáneamente una "victoria" palpable mediante una coalición fácil de conformar, lo cual era factible tratándose del gobierno afgano, detestado en todo el mundo y con el cual sólo tres Estados mantenían relaciones, Arabia Saudita, Pakistán y uno de los emiratos de Arabia; satisfacer a la opinión pública norteamericana afectada sicológicamente por los acontecimientos; responder rápidamente recurriendo a planes ya trazados, como lo indican informes recientes que revelan que desde junio Rusia y Estados Unidos habían realizado consultas mutuas sobre una posible acción militar conjunta contra Afganistán.
Con la finalidad de acelerar los preparativos velozmente y mediante dádivas, préstamos y limosnas económicas de todo tipo, se pegó con babas una dudosa coalición que incluía tanto amigos como enemigos. La novísima alianza contaba con todos los enemigos regionales concebibles: por ejemplo, Israel y Arafat, ensartados en la cruenta lucha palestina por la liberación nacional; India y Pakistán, se amenazan mutuamente con bombas atómicas; China y Taiwán, entre quienes el peligro de guerra aflora por momentos; y otros integrantes que han mantenido diferencias a largo plazo, como Rusia y Pakistán, e Irán y Arabia Saudita. Aunque esta alianza posibilitó un operativo exitoso contra Afganistán y, en consecuencia, abrió la puerta a los designios yanquis en Asia Central, todos y cada uno de los aliados han reafirmado sus intereses y reivindicaciones en sus conflictos particulares y regionales, lo cual ha obligado a Estados Unidos a moverse con pies de plomo en sus negociaciones y a maniobrar cuidadosamente con sus socios en los ataques.
1 comentario:
La division de sus temas fueron muy buenos y ayudo a comprender mejor el tema central.
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